Estaba muerto y ahora vivo.
Es una verdadera realidad, estamos muertos, la biblia nos declara muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1), no estamos realmente vivos delante de la presencia de Dios, no poseemos la verdadera vida, aquella vida original dada en Edén se nos fue arrebatada por quien tiene la potestad de la muerte. Desde entonces las sucesivas generaciones naceríamos muertos. Parece ser que esto no es viable desde el punto de vista científico humano, pero desde la cosmovisión Judeo-Cristiana, Dios nos declara muertos desde nuestra concepción, porque la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23), percibiendo esto desde adentro del cuerpo de Cristo (La Iglesia) esto es lógico, pero desde afuera esto no tiene ningún sentido aparentemente lógico, esa fue la impresión causada en un alto funcionario del movimiento Fariseo-mosaico del primer siglo de nuestra era. El Hijo de Dios expreso: “De cierto de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo no verá el Reino de Dios”. Para poder afirmar e